lunes, 24 de octubre de 2011

EL ÚLTIMO REVOLUCIONARIO ARGENTINO

Por Ezequiel González Carrera

Un hombre que dejó todo para cambiar el sistema y pelear por una independencia definitiva. Tomás Migliore se considera un auténtico revolucionario que día a día reivindica su lucha en nombre de la patria.


La bandera de Gran Bretaña con la cruz esvástica y en el medio la figura de la patria Argentina crucificada. Un mapa gigante de la República Argentina lleno de banderitas yanquis y británicas que indican los lugares “colonizados”. Muchas banderas argentinas colgadas - pero la de Belgrano eh, de color azul y blanca y con el sol Inca, no celeste y con el sol masón que cambió Sarmiento- se apura en aclarar Migliore, uno de los encargados en llevar adelante este proyecto.

En pleno centro de la ciudad de Córdoba, en una de sus calles peatonales más transitadas se encuentra La Trinchera, como les gusta llamarla a sus colaboradores.
Son tres metros de mesas tablones, cubiertas de una tela camuflada al estilo guerra que cae casi hasta el piso en forma despareja. Sobre las cuales se apoyan gorras de la fuerza armada a la venta, un casco de soldado de adorno, un mástil con la bandera argentina en miniatura, diez balas de ametralladora, un misil de pequeño porte y una caja de zapatos vieja llena de pines e insignias patrias que se venden por unos pocos pesos. Cerrando La Trinchera por los costados aparecen las banderas, los mapas y los carteles que reclaman la soberanía del territorio argentino y el retorno del servicio cívico militar obligatorio.

-El argentino debe prepararse para una guerra santísima, el enemigo que nos pudre por dentro: el enano liberal. Si no vences el enemigo interno no vas a vencer el enemigo externo. Cuenta Tomás Migliore, Secretario General del Movimiento Nacional Cívico Militar CONDOR, y encargado de este puesto en medio del centro cordobés.
Hace más de diez años que se instalaron aquí con el propósito de concientizar a los ciudadanos respecto del recupero de las islas Malvinas, Georgias y Sandwich del Sur y demás territorios usurpados de la Nación. Es un proyecto nacional y popular que pretende luchar por una segunda y definitiva independencia.

En el año 1.994 se produjo el asesinato del soldado Carrasco, un caso que tuvo gran repercusión en el país y derivó en la suspensión del servio militar obligatorio.
Hoy en día es optativo y la mayoría no ingresa por vocación sino por dinero.
-Eso fue propiciado por mal nacidos civiles y militares para cortar el cordón umbilical que une al pueblo con las fuerzas armadas, dice Migliore, mientras se frota las manos expresando bronca. -Cuando quisimos denunciarlos nos trataron como retrógrados, como que éramos los milicos del ´76.
La intención de fondo es que no haya soldados en la Argentina, una conspiración del imperialismo.

Migliore es la teoría conspirativa hecha persona:
Que a Kennedy lo mataron porque quería desprivatizar y nacionalizar la banca central de Inglaterra. Que Lee Harvey Oswald no pudo haber estado en tres lugares diferentes. Que Primero el puerto argentino y que el objetivo final es la Antártida, no solamente las Malvinas y la Patagonia. Porque quieren el control del atlántico sur y el pasaje tri oceánico, explotación de petróleo y gas, explotación de la pesca, minerales, agua dulce, porque el agua dulce de los hielos eternos antárticos son un bien comercial transable y vendible, no para la humanidad. Que el Banco Hipotecario Nacional esta privatizado, es de George Soros, testaferro de la banca inglesa, dueño de varias hectáreas de algodón en el Chaco. Que cómo puede ser que una gran petrolera como Repsol sea tan poderosa si no tienen petróleo en su país. Ni en el mar ni en el territorio. Que British Petroleoum compró hace años Repsol. Que Telefónica compró el 50 por ciento de ENTEL pero no es española, es de la British Telecom. Que el banco Santander, que era español, lo compraron bancos ingleses. Que Inglaterra utiliza como mascarón de proa en sus inversiones a testaferros. Que Benetton también trabaja para la corona británica.
Todas éstas son algunas de sus teorías, argumentadas con investigaciones que según él vienen realizando hace años.

Además, tiene cuarenta y cuatro años, la cara lampiña y una voz finita que no condice con la dureza militar. Pelo morocho salpicado de canas, por lo menos lo que deja ver su gorra -de la fuerza aérea- y está vestido de soldado. A los quince años ingresó en la escuela militar. Viaja por el país dando charlas en los colegios y en el Chaco lo acusaron de antisemita y de hacer apología a la dictadura.

- Yo soy un simple cabo nada más, pero no interesa. San Martín decía: el valor del soldado no se lo mide en grados sino en las bolas que tiene para defender la patria. Este uniforme me lo gané cuando hice el juramento a la bandera. Sigo siendo un soldado sanmartiniano y belgraniano, es lo que me identifica.
Afirma que desde el mismo gobierno mandan a gente a hacer ciertas críticas. Como aquella vez, hace ya algunos años, en la que un militar de civil en medio de una charla multitudinaria le quiso cuestionar el uniforme que tanto ama.
- Había como 50 personas y en el fondo veo uno que miraba mal. Éste es un milico pensé, al rato me pregunta porqué usaba ese disfraz de uniforme si ya no estaba en actividad. Le contesté que yo era un soldado sanmartiniano y que no estaba disfrazado, el gaucho no se disfraza, se viste de gaucho, el payaso es el que se disfraza y yo no soy un payaso. ¿Quién me lo pregunta? y saca la credencial ante toda la gente poniéndome la chapa: teniente del ejército. Entonces le digo a la gente: ven, siempre hubo dos clases de soldados en la Argentina, uno que defiende el patrimonio nacional y otro que no. Vos me estás criticando el uniforme, es una estupidez ¿Por qué no me decís si no es verdad lo que yo estoy defendiendo? y comencé a enumerar. El tipo empezó a tartamudear y empecé a darle con un caño.
Cuenta que el mismo pueblo argentino lo sacó zumbando. ¿Quién reta a un teniente? Un Capitán. Desde ese momento todos empezaron a llamarle Capitán Migliore.

Cuestión de firmas

En La Trinchera hay dos planillas para juntar firmas. Una para presentar un proyecto de ley por el servicio cívico militar obligatorio y otra para recuperar las Malvinas.
Mucha gente, miles y miles de civiles pasan por el lado del puesto los días miércoles, jueves y viernes desde las ocho de la mañana hasta las seis de la tarde. Algunos, los más, sólo pasan y miran indiferentes. Quizás porque asocian el aire militar que rodea el puesto con el pasado negro de la Argentina. Con sus peores años.

-Yo salgo a defender las instituciones militares y no las que me las ensuciaron, nosotros jamás vamos a defender una dictadura militar. Pero tampoco defendemos la dictadura económica y financiera que tenemos en este momento. Al principio venía gente de izquierda, se encrespaban, ahora ya no, porque saben que nosotros no estamos a favor de ninguna dictadura militar.

Sucede que algunos vetustos anacrónicos y poco felices se acercan y quieren firmar para que vuelvan los militares.
Entre los que se acercan, están los que firman, sin saber bien lo que están firmando:
- Para que les paguen a los que no combatieron en Malvinas porque también fueron y estuvieron cerca de las islas y si hubieran tenido que participar quizás no hubieran regresado, me parece bien que pidan eso. El servicio militar obligatorio no, porque he conocido casos de mucha crueldad con los chicos. Entonces no puedo firmar por algo que no me gusta- sentencia una señora de unos sesenta años, con tonada de otra provincia y una tintura que no agarró bien en su cabellera; simpatiquísima, pero un tanto distraída, lo que acaba de firmar es la vuelta del servicio militar.

Un cincuentón con cara pétrea, afirma que el servicio militar hace falta porque se perdió el respeto a la gente y por la inseguridad que hay en el país. Dice que una persona que hizo el servicio aprendió a obedecer,- hoy día nadie te obedece, nadie acata nada, todos te quieren pasar por arriba, era la única forma. A su lado la esposa asiente sin pausa, sumisa y sin emitir sonido, parece que aprendió a obedecer, aprendió la lección.

Llama especialmente la atención un joven veinteañero que se acerca a firmar. Pelo largo y teñido de negro. Peinado a lo Emo. Con un aro plateado que le atraviesa las fosas nasales y otro de madera en la oreja, pero bien grande, que se la deforma como a aquellos que pertenecen a ciertas tribus africanas. Vestido todo de negro, ojos con rimel y auriculares en el tímpano. Llama la atención no por todo esto sino porque se acerque a firmar con todo eso.
-Por el servicio militar, porque pienso que desde que se sacó hay mucha anarquía, el país como que va para atrás. La mayoría de los policías son corruptos, venden droga o son amigos de los mismos presos y veo que los militares son más derechos (sin duda). Yo, me pelaría, me saco los aros, no tengo problema. Afirma Manuel…

La Revolución

Migliore habla casi gritando para que lo escuchen todos los que pasan. Gesticula constantemente, mueve sus manos en forma frenética. Es una catarata de refranes al estilo de a río revuelto ganancia de pescadores. Trata de convencer con su discurso y cada vez que se presenta la oportunidad imita a Chávez, Castro o Menem, que le sale bastante bien. Cuando dice España copia el acento español y dice coño. Es de esas personas que evitan decir malas palabras aunque estén muy ofuscadas, recurriendo al jeringoso constantemente (pepedopo). Llegado el caso en que no se puedan evitar, disminuye el volumen de la voz y las susurra despacito pidiendo perdón después de la enunciación. Siempre, pero siempre se va por las ramas. Saluda continuamente a los muchos veteranos de guerra y otros amigos que pasan por allí. Como a ese viejo decrépito barba blanca encorvado paso lento y cara de Jack Nicholson en Atrapado Sin Salida, a quién le lanza un chascarrillo sobre su inminente defunción y el viejo responde: ¡más vivo que nunca y listo para la guerra! Los comentarios siempre rozan lo beligerante. O a ese otro que se acerca con muletas y le recuerda que antaño saltaban con paracaídas desde más de 2.500 metros y ni se raspaban.
Es que ya están mayores. Pero Migliore no estuvo en Malvinas, tampoco pertenece a las fuerzas armadas. Su lucha es otra.
-Yo me considero un revolucionario pero no quiero una revolución armada, quiero una revolución pacifica. Debe ser una gran movilización popular. Tenemos que construir una nueva Nación, con “C” de corazón, no con “Z”, ese nacionalismo de ultranza no va para nosotros. Voy a luchar por mi segunda independencia, porque nos independizamos de España pero no de Inglaterra. No me importa que ideología tengas, si querés ayudarnos a independizarnos, bienvenido seas. Hay que cambiar el sistema.

Comenta que en los grandes medios no le dan lugar a sus denuncias y recuerda el día en que fueron los canales de la televisión y lo sacaron como si fuese un estúpido defendiendo cosas indefendibles. Se enoja y hace una pausa. Se recuerda frente a las cámaras sin maquillaje y con lengua de fuego.

Mejor no hablar de ciertas cosas

Esa convicción y fuerza en su hablar. Esa entereza y verborragia. Ese discurso aprendido casi de memoria, se le desdibuja en un solo momento. Sus ojos cambian, la mirada se le pierde. Se le acaba el casete. Titubea, no quiere hablar de eso: Si, tengo dos hijos y exmujer. Mis padres me decían “cállate la boca hijo, te quedaste sin trabajo, sin obra social, ráscate para adentro, no te metas”. Mi familia es de ésas. Cuando empecé a rebelarme contra el sistema fui la oveja negra, no me entendieron. ¿Quien lo entendió a San Martín, quien lo entendió a Belgrano?
Mi exmujer, me conoció así, revolucionario, así me aceptó. A mis hijos nunca les faltó nada – se pone cada vez más incómodo, se mueve mucho en el frágil banquito de plástico azul- porque yo trabajaba de sol a sol en esto y en lo mío- Migliore es letrista y dibujante y hace trabajos para distintas unidades militares, cuando no está de revolucionario, claro.
-La familia de ella se metió, me acusaban de loco y terminamos. Por defender todas estas cosas, perdí mi familia y mi casa. Hace 4 años que no veo a mis hijos y estamos luchando con mi abogado para ver si me dejan verlos.
Arguye que se ha metido una mano negra del sistema, acusándolo de pertenecer a un movimiento neonazi y antisemita para que el juez le niegue la posibilidad de ver a sus hijos. Frunce el seño, se enoja mucho y no mira a los ojos, hace una pausa y continúa argumentando que el mismo enemigo esta fomentado eso, que le ha llevado información mentirosa a la otra parte que tiene a sus hijos -quisiera saber en qué se basan para acusarme de neonazi. En Cóndor no hay lugar para ésos. - advierte indignado.
Aprovecha para irse del tema y seguir con las elucubraciones conspirativas, como cada vez, para huir de lo que no quiere hablar, esta muy incómodo.
Cuenta que a Hitler lo financiaron los banqueros ingleses, la Logia Thule. Se acuerda de lo que estaba hablando y repite que la familia no lo entiende y muchos amigos tampoco -y bueno listo, que querés…
“Quien abandona todo por ser útil a su patria no pierde nada y gana todo cuanto le consagra” ¿Entendiste?


Migliore no tiene obra social, tvcable ni Internet. No puede porque es pobre. Se define como un NN y dice que el sistema no lo va a condicionar, pero que no es el único porque esto se está poniendo cada vez peor. Piensa que va a ver su revolución materializada y por las dudas se compara con Espartaco:
-nunca alcanzó a disfrutar la libertad pero dejó de ser esclavo el mismo día que se rebeló contra Roma, si yo no la veo no importa, que la vean mis hijos. Todo gran imperio ha tenido su decadencia, el romano ha sido cuatro veces más grande que esta porquería y cayó.

Ya está oscureciendo y la mañana fresquita se hizo vieja. No hay sol, sólo luz de neón. Se desarma La Trinchera y en el último diálogo se escucha a un adolescente decir que le encantan las armas y pregunta si una 22 esta permitida. Atrás una plazoleta de ciudad con un frío estremecedor y una noche que invita a la pareja de novios enroscados en el banquito aquél a mimarse y soñar con habitaciones de hoteles desocupadas.

-Yo me voy a morir con esto acá, no puedo dejarlo, soy feliz así hermano y no tengo dónde caerme muerto –sonríe buscando complicidad- No importa, me siento un soldado que tiene vida. Al lechón tenés que cocinarlo a fuego lento ¿Me entendés?
En cualquier momento esto va a prender.
La revolución va a prender, yo tengo fe, yo tengo fe.








EZEQUIEL GONZÁLEZ CARRERA (Argentina). Tengo 33 años. Nací y vivo en Córdoba Capital. Estudiante de Comunicación Social y Periodismo. Aunque todavía no he tenido la oportunidad de trabajar como periodista, tengo mucha ilusión de poder dedicarme a mi profesión. Me apasiona el mundo de las crónicas y los viajes.

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