lunes, 24 de mayo de 2010

MI PAROLAS ESPERANTON (El lenguaje de la esperanza)

por Lucía Mesado

El Dr. Zamenhof soñó hace un centenar de años con acabar con la principal barrera que existe entre el entendimiento de los hombres. El idioma. Así nació el Esperanto. Una lengua artificial que ha pretendido ser un vehículo internacional y que hoy en día muchos aún conservan viva alrededor del planeta. La historia de los que hoy hablan en Esperanto, o de los que lo hablaro, es también la historia de una forma distinta de ver al hombre. De todas las clases sociales y de todas las edades, los esperantistas están “enganchados” a los sonidos que un día imaginó un oculista polaco.



La Pafklik nació en 2005. Directamente de los suburbios de París. 100% en Esperanto. En youtube se pueden escuchar sus pegadizos temas de rap. “Hiphopo, así lo llaman los jóvenes esperantistas”.

“¿Y tu?, ¿no te animas a aprenderlo?, es la mejor forma de entender este mundillo. Si al final te decides, házmelo saber. Te recomendaré algunas páginas web”, continúa. “En pocas semanas serás capaz de comunicarte en este idioma. Es muy fácil de aprender”.

Toño tartamudea ligeramente al principio, pero en seguida adquiere confianza al hablar de una de sus aficiones favoritas, el esperanto. “Bueno, yo...normalmente trabajo…, trabajo en una empresa de comunicaciones. Bueno, más bien de telefonía, osea…, que… no tiene nada que ver con esto. Pero, sí, le dedico gran parte de mis ratos libres”. “¿Mi página web? Si sí, gracias. La verdad es que si que le he dedicado tiempo. Hay mucha información”.

Sujeto, verbo y predicado. Sin diptongos ni excepciones. Sencillo y preciso. Así es el llamado lenguaje internacional. “Te aseguro que en una semana puedes escribirte con los esperantistas suecos, por ejemplo”. “Haz la prueba”. Me insta José González. A diferencia de Toño, que lo practica casi diariamente, José recuerda el Esperanto como algo de su juventud.

“Es la lengua más bella del mundo”. Mira, aquí lo escribí cuando tenía 19 años. Me enseña un libro de gramática que prácticamente se cae en pedazos. “No se lo dejo a nadie, así que cuídamelo, le tengo mucho cariño”.

“Comencé a estudiar este idioma porque era muy revoltoso. Empezaba la universidad en Madrid. Recuerdo perfectamente que era 1961, y que en la organización esperantista donde iba a clase conocí a Benzjio”.

- ¿Por qué dice que era revoltoso?-
- Porque éramos muy radicales.
- ¿De movimientos socialistas?-
- No, mucho más radicales. En el 61 era imposible ser socialistas. Y ahora tampoco lo soy ¿eh? No vayas a poner eso- Ríe.
–Así éramos en la universidad en aquellos años. Y el Esperanto una manera no prohibida de comunicarnos-.
- ¿Quién es Benzjnio?-
- Mi Mercedes, Mercedes Benz.
- Oh Lord won´t you buy me a mercedes benz- tararea. La música comercial que suena en el casino de Huesca, donde estamos conversando, no tiene competencia frente a una vieja melodía.
- como aquella canción de Janis Joplin. Benz en esperanto es Benznjo, así llamo yo todavía a mi mujer. La j se pronuncia como un “i”.-

Tonyo

“Que no que no, eso es lo que todo el mundo se cree, pero no es cierto. El esperanto no es una cosa del pasado. Está muy vivo. Y lo hablan desde obispos a militares y anarquistas”. Deja claro Toño.

La Federación Española de Esperanto se encuentra en el número 13 de la calle Rodríguez San Pedro de Madrid. Un apartamento que se encuentra en un edificio gris y con los aparatos de aire acondicionado blancos y cuadrados afeando la fachada. Se trata de una de esas calles que pasan de largo los turistas pero que están llenas de vida. Observo que casualmente en este mismo bloque tiene su sede el Partido Comunista de España.

Toño es considerado por sus compañeros uno de los grandes conocedores del Esperanto en España. Pero el se resta importancia diciendo que tiene otras muchas aficiones.

- Lo que te digo, que me gusta que me hagas esa pregunta para que quede claro. Nosotros ,como decimos en nuestro argot, compartimos “la idea interno”-
- ¿Una idea interna?-
- Sí, que quiere decir que nuestra finalidad es la de querer comunicarnos con personas de otras culturas. Digamos que es como el mínimo común denominador. Que engloba todo tipo de cataduras personales e ideológicas-

“Es indudable que la actual abundancia de medios de locomoción nos han permitido ya conocer hasta el más recóndito rincón de la tierra. Pero dentro de tan loables progresos se nota un gran vacío. Tanto en el orden moral e intelectual como en el práctico; y es la falta de un elemento que facilite la intercomprensión entre los hombres de distintos países, quienes se ven obligados a permanecer como mudos unos frente a otros”. Dice el prólogo de un manual de gramática de 1909 de José. Su autor, el Teniente Coronel de Estado Mayor y doctor en Ciencias, Román Ayza y Maquén.

- Sí-, digo. –Pero, ¿también a principios de siglo?
- Desde el principio había gente de todo tipo, la gente se sorprende mucho de que esto sea así-, concluye. Y me pregunto si el teniente Román Ayza tenía razón con eso de que los hombres están obligados a permanecer mudos unos frente a otros.

“Somos una comunidad muy unida porque se asume que aprender Esperanto se hace con una buena intención. La idea no es ir a hacer nada negativo. Aunque claro, luego como en todas partes, te encuentras gente de todo, ¿no?”, dice haciendo referencia a unas conversaciones que acaba de tener en twiter. “Con la gente que más “tuiteo” son tres japoneses, un estadounidense y tres chilenos. Bueno, con los chilenos podríamos hablar en español, ¿no?”, se ríe. “Pero hablamos en esperanto para que todos nos entiendan. Ah bueno, y además del estadounidense también un inglés. Para que veas que hasta entre ellos hay gente interesada en este mundillo”.

Tonyo, así lo identifican en la red. Tiene los ojos pequeños y nerviosos. Pero que miran con interés. Y casi no tiene canas.

“¿Los jóvenes? De hecho es una de las mayores fuerzas que tenemos. Hasta han inventado una cosa que se llama “El servicio pasaporte”. La gente se apunta para viajar. Son gente que aloja a cualquier esperantista que se acerque y que avise con antelación, claro. Me voy a pasar por tu país, ¿me puedes hospedar por un par de días? Y ya está. Es bonito ¿verdad?”.

José

“Mi parolas esperanton. Que significa que yo hablo esperanto”. José afirma que siempre se le ha dado cualquier otro idioma. “Es más, he sido siempre un inútil, el inglés no me ha entrado nunca”.

Mientras lo espero pido un penalti, es decir, una media caña en el argot local. Aunque ya se que José es gallego. A través de las vidrieras del bar lo reconozco en el acto. Bajo, con barba y pelo canoso, cara redonda y nariz chata. Llega con las mejillas coloradas.

“En china, por ejemplo, les resulta muy práctico aprender esperanto. Porque allí hay cientos de lenguas ¿sabes? Leyendo todo el mundo se entiende, pero hablando no. Es más fácil para ellos estudiar esperanto”. El camarero nos informa de que hoy no va a llegar el cocinero, así que nos conformamos con unas aceitunas.

“Teníamos una ideología…cómo te diría yo. Como ahora de pelear para evitar el cambio climático, pues nosotros contra el imperialismo. Y queríamos que no se produjera lo que en realidad ha terminado pasando. Que el inglés sea la lengua dominante. Porque creíamos que la imposición del inglés implicaba también la imposición de una cultura. Y bueno, el esperanto era un idioma artificial, que no venía detrás con nada impuesto”. Abre su viejo manual de gramática, el que empleaba cuando tenía 19 años. Atrás unos poemas traducidos del esperanto al gallego en un trozo de papel escrito a máquina. “Esta hoja que no se te pierda ¿eh?”.

“¿Qué es lo que necesitamos para resolver este magno problema?”, continúa el teniente coronel Román Ayza. “A mi entender sólo se necesita facilitar la propagación de dicho idioma internacional, por medio de obras de estudio, fáciles y asequibles. Por lo tanto, me permito, lector amable, presentártela en la seguridad de que, si la estudias, me lo tendrás que agradecer, como yo te agradeceré el interés que te tomes en la propaganda de este maravilloso idioma. Indudablemente el mayor progreso de este siglo”.

A pesar del bullicio, se ha alejado del presente por unos segundos. De repente regresa a nuestra conversación. “El internacionalismo del socialismo podía acabar con el imperialismo, sí. Con las guerras imperialistas. Y el esperanto sería el vehículo. Pero creo que tiene una armadura detrás y no viene con siglos de evolución ni una cultura determinada. Es como un idioma para robots, y con el que dices frases del tipo... “gato que se mueve””.

El manual, que vulgariza la gramática del esperanto, está diseñado para ser estudiado en dos días. Con la idea de que en un mes el alumno tenga un conocimiento completo de la lengua internacional. “Bueno, es cierto. Es así de fácil. Yo aún escribo en esperanto.



Doctor Esperanto

“Esa es la gran pregunta”, ríe Toño. “Se puede decir que hay entre 100.000 y 2 millones de personas que lo hablan. Una horquilla muy grande. Pero tiene su lógica, porque puede haber 100.000 personas que lo usan de manera más o menos continua, cotidiana. Otros que saben un poco y se pueden comunicar. Pero desde luego se habla mucho más que algunos idiomas que son oficiales de la Unión Europea, como por ejemplo el Maltés”. Decido que José y Toño, a pesar de sus muy diferentes visiones, comparten ese denominador común llamado “idea interno”. El primero seguirá traduciendo poemas y Toño continuará con su trabajo de investigación y divulgación”.

Después de asimilar este nuevo mundo, quiero escuchar un poco más como suena el esperanto. Que bien me recuerda a un idioma élfico creado por J.R Tolkien para el Señor de los anillos. Busco en youtube algunos de los vídeos que José y Toño me han recomendado. Fragmentos de películas íntegramente rodadas en esta lengua. Y luego un poco de La Pafklik, para remontarme un poco al presente.

“Alvenas ce la dorso
kaj rompas cervikon
staras kiel urso,
provokas panikon
de ciuj elektitaj ni
stas unikaj…
doni esprimas esperanton”


- ¿Qué significa esperanto en esperanto?- Le pregunto a Toño, o quizá debería decir Tonyo.
- Esta lengua la creó un oculista judío en Varsovia que se llamaba Dr. Zamenhof. Cuando publicó la primera gramática tenía miedo de la reacción de la gente. La llamó simplemente “La lengua internacional” y lo firmó con un seudónimo. “Doctor Esperanto”.
- Entonces, ¿significa simplemente un nombre?
- No, quiere decir esperanzado. “El doctor esperanzado”. Y la gente empezó a decir…¡la lengua del doctor esperanto!, del doctor que tiene esperanza, de los que tienen esperanza.







_____________________________________________


LUCÍA MESADO (ESPAÑA). En 2005 se licenció en Periodismo en la Universidad de Navarra (Pamplona) y desde entonces ha trabajado en varios medios de comunicación españoles. En la actualidad aún está buscando su camino en esta profesión. Le gustaría vivir algunos años fuera de su país y aunque en ocasiones las circunstancias la aparten de la narración, considera que el Periodismo es su verdadera vocación.
_________________________________________________________________






No hay comentarios:

Publicar un comentario